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Cercando a la escuela de asesinos
La Nación, Martes 29 de Agosto de 2006

El padre Bourgeois ha afirmado con mucha claridad que EEUU mantiene abierta la escuela porque necesita a los soldados latinoamericanos para proteger sus intereses, en nombre de la defensa de la democracia.

Alvaro Ramis
Centro Ecuménico Diego de Medellín

Roy Bourgeois, un sacerdote católico estadounidense, sabe muy bien lo que es la vida de la cárcel. La conoce desde dentro, y no sólo como capellán. Ha pasado más de cuatro años en prisión cumpliendo diferentes condenas por oponerse a la famosa Escuela de las Américas. En 1990, el padre Bourgeois y un grupo de religiosas y laicos fundó School of Americas Watch, un amplio movimiento que se propuso cerrar esta academia militar y transformar la política exterior de EEUU hacia Latinoamérica.

Desde ese año, las denuncias y acciones de resistencia pacífica se han multiplicado. Cada noviembre, decenas de miles de personas se movilizan hasta la puerta de Fort Benning, en Georgia. Al hacerlo desafían públicamente las leyes que prohíben "hablar de política" en las bases militares y demandan el cierre definitivo de la "Escuela de Asesinos". En cada ocasión, un grupo de manifestantes traspasa la línea que demarca el límite del recinto militar, y al hacerlo acepta las consecuencias legales de su acción, que generalmente supone meses de prisión. Más de 170 mujeres y hombres han cumplido penas de cárcel por ello. La suma de sus condenas supera los 78 años de reclusión.

Esta experiencia es una forma de resistencia no violenta que ha logrado un enorme impacto mundial y que muestra la capacidad de resistencia del pueblo de EEUU a la complicidad de Washington en violaciones de los derechos humanos en América Latina. La presión de las manifestaciones ha sido tan grande que, en 2001, el Pentágono decidió cambiar el nombre de la escuela por el de Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica. Sin embargo, aún es una escuela de entrenamiento contrainsurgente para oficiales de América Latina. Emplazada en el mismo edificio, mantiene a los mismos instructores, enseñando las mismas técnicas con los mismos manuales que le han hecho tan famosa. Algunos de sus egresados más famosos son el argentino Leopoldo Galtieri, el panameño Manuel Antonio Noriega, el boliviano Hugo Bánzer; el salvadoreño Roberto D'Aubuisson, y el peruano Vladimiro Montesinos. Sin olvidar a Timothy McVeigh, el famoso terrorista de Oklahoma. La lista de chilenos es igual de llamativa: Álvaro Corbalán, Carlos Herrera Jiménez, José Zara, Humberto Gordon, Odlanier Mena, Miguel Krassnoff, Armando Fernández Larios. No es extraño: uno de cuatro agentes de la DINA recibió entrenamiento en EEUU. Pablo Belmar, oficial implicado en el asesinato de Carmelo Soria, alcanzó una calificación tan buena que su fotografía adornó por años el "Salón de Honor" del recinto. Cerca, colgaba la espada que Augusto Pinochet envió como obsequio a la institución.

El padre Bourgeois ha afirmado con mucha claridad que EEUU mantiene abierta la escuela porque necesita a los soldados latinoamericanos para proteger sus intereses, en nombre de la defensa de la democracia. Bajo este argumento actuaron los asesinos de monseñor Oscar Romero y de los jesuitas mártires de El Salvador. Y, seguramente, Manuel Contreras, otro de los famosos que pasó por la escuela, también pensaba en la democracia cuando planificaba sus fechorías.

Afortunadamente, los días de la "Escuela del terror" parecen cerca del fin. En 2005, el congresista demócrata Jim McGovern presentó una propuesta de ley, con más de 75 patrocinadores de ambos partidos, para investigar y suspender las operaciones del Instituto de Cooperación Hemisférica. Al mismo tiempo, los gobiernos de Argentina, Venezuela, Uruguay y Bolivia ya han decidido dejar de enviar a sus oficiales a Fort Benning. Nilda Garré, ministra de Defensa de Argentina, incluso afirmó: "No solamente no mandaremos militares a la Escuela de las Américas, sino que será ilegal mandarlos".
Chile aún sigue entrenando militares en Georgia. Por este motivo, el padre Bourgeois y una delegación de School of Americas Watch visitará el país para impulsar una agenda que permita que el Gobierno ponga término al envío de oficiales. Para los organismos de defensa de los derechos humanos, es incomprensible que Chile siga participando en una institución responsable de que miles de latinoamericanos hayan sido asesinados, torturados, hechos desaparecer u obligados a salir al exilio. Llegó la hora de tomar una decisión en coherencia y con valentía.

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